viernes, 6 de enero de 2012

Ahora siento el peso del mundo sobre mis hombros.

A lo largo de nuestras vidas, nos encontramos con miles de situaciones diferentes, algunas buenas y otras desgraciadamente no tan buenas y cuando suceden, creemos que es el fin del mundo, que no podremos levantarnos, nos sentimos en un pozo sin salida pero más tarde nos damos cuenta de que no es así, de que podemos salir de cualquier maldita situación y volver a levantarnos aunque otros decidan escoger la opción más fácil; dejar de luchar y rendirse. En mi caso, últimamente he tenido más situaciones malas que buenas, pero no por ello voy a mandarlo todo a lo mierda aunque no desmiento que esa idea ha pasado por mi cabeza más tiempo del que hubiese deseado que estuviera. Los agobios, las traiciones, las falsedades, las sonrisas rígidas, la gente cínica, la hipocresía, lo patético, todo eso ha formado parte de mi vida en el 2011, era como un cúmulo asqueroso que hubiese absorbido a todo el mundo y los hubiese convertido en falsos muñecos de grandes almacenes fabricados para la misma función. El dolor de más de una traición de amigos de toda la vida que un día quisiste como si fueran miembros de tu familia, ese primer chico al que quisiste que no era más que una vil mentira, decepciones indescriptibles y ese dolor, ese dolor que nunca se iba. Pero ahora, pienso dejarlo ir, pienso dejar que todo se vaya y olvidarlo, olvidar todo lo que una vez me hizo daño y solo enfocarme en el futuro, en mi futuro, ese por el que lucho cada día. No puedo cambiar todo lo que ocurrió anteriormente y si os digo la verdad, tampoco quiero hacerlo pues ahora me he dado cuenta de muchas cosas, pero si puedo vivir con ello, pero no quiero hacerlo, todo a quedado en el pasado y dicen que nunca mires atrás.

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