lunes, 30 de abril de 2012

El físico nos atrae, la personalidad nos enamora y el orgullo nos separa

Cada vez me cuesta más hablar y tengo la garganta siempre dolorida. Cuando me levanto por las mañanas me duele la cabeza de tanto apretar las mandíbulas. Cada vez que intento hablar con mis padres o mis profesores tartamudeo o me trabo al pronunciar, las palabras ya no salen con la misma fluidez de antes. ¿Qué me pasa? Es como si tu tuviera parálisis en la laringe. Sé que no tengo bien atornillada la cabeza. Quiero marcharme, cambiar de sitio, transferirme a otra galaxia. Quiero confesarlo todo y pasarle la culpabilidad, el error y la rabia a otra persona. Hay una bestia en mi tripa, la oigo arañándome las costillas por dentro. Incluso si consigo deshacerme del recuerdo, la bestia se quedará conmigo, empañándome.

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