viernes, 27 de enero de 2012

Cuando el amor llama a la puerta no podemos hacer otra cosa más que abrirle y dejar que haga lo que quiera.

Dejas que apasione, que destruya, que te aloque. Que te saque una sonrisa en los momentos más estúpidos, dejas que te haga fantasear, soñar, desear. Cuando el amor llega una parte de ti crece, nunca sabes cual es, pero todo en tu interior parece un poco más grande, todo a tu alrededor te resulta un tanto más pequeño. Las leyes físicas se vuelven irreales, la gravedad no te sujeta a la tierra, ya estás volando y sintiendo como todo te importa cada vez menos. El tiempo pasa mucho más lento, necesitas aprovechar cada instante al máximo.El amor entra y se te clava en las entrañas, no te deja pensar, razonar, comer, conversar sin sentir a cada segundo un pequeño respingo al recordar sus labios, sus ojos, su sonrisa pegada a la tuya y vuestros corazones latir al compás a medida que aumentan su velocidad.Un roce se convierte en un suspiro, el suspiro que se lleva el viento se transforma en un beso que te roza los labios, te llega al corazón y se guardará para siempre en tu memoria.

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